miércoles, 8 de abril de 2009

                                                            Lo que tuvimos con Aída

a veces, al igual que otras veces llegaba con facilidad hasta la exasperación, encontrar a Aida del otro lado de la conversación despues de un larguisimo discurso sobre lo que habia pensado o sobre lo que veia desde la ventana cuando me aburría, después de haber echado toda la mañana preparando las cosas para pintar y me asomaba para matar el rato y el cortado mirando por la ventana a los tenderos de la plaza en sus puestos de zapatos, a las pescaderas que regalaban perejil por compras superiores a los diez euros, y le saludaba como si acabara de llegar de un paseo o subiera de la compra con su solomilllo de ternera o sus verduras recien compradas, como si entre la ultima visita y esta no hubiera mas que cuarenta y dos escalones y algunos acuerdos y tratados de mercancias bajo los soportales de la plaza, me exasperaba terriblemente. me la imaginaba asi, trallendome la compra porque yo era un auténtico desastre y me olvidaba de bajar, apenas esos mismo escalones que ella subia, daba igual, realmente daba igual de donde llegara si venia, si subia uno a uno los cuarenta y tantos escalones y al fin llegaba, daban igual los descansillos o las interrupciones, porque yo realmente necesitaba explicarle en cada nueva ocasion que no me importaban lo mas mínimo los kilómetros de distancia, el matrimonio y los hijos si luego estaba de nuevo aqui empapada por la lluvia de la plaza y con un ramito de perejil colgando del bolsillo. y eso me exasperaba, soltarle lo necesario para que me olvidara del tiempo de ausencia y poder recomenzar, y encontarla plantada delante del espejo borrandose el maquillaje o quitandose la blusa o riendose de lo ingénuo que podia llegar a ser. qué te digo aida, que soy un tonto enamorado. luego el miedo a los botoncitos, ella riendo y desabrochando los botones de la blusa, solo quieres follar. y a lo mejor necesitaba todas esas veces que me escucharas, que no era nada facil el reencuentro si lo pirmero que veía de ti era el disfraz, como te lo quitabas lentamente delante del espejo con el agua tibia y las toallitas de algodón, si en esa manera de limpiarse la cara o las manos, si en la camiseta que me robabas y que yo sin la menor intencion de camuflarte en mi espacio te prestaba amablemente, ingenuamente, percibia como salías de un orden para introducirte en otro en el que no cabiamos juntos aunque quisieramos forzarlo, si siempre detras de frotar los párpados para que la pintura despareciera, estaban tus hijos y tu trabajo, y las ultimas noticias de la mañana. el miedo a los botoncitos, Aida, nunca te conte Aida. me daba mucho miedo como te ibas quitando los botones, como movías tus dedos que intentaban deshacer aquello mientras yo te hablaba y me perdía en la seda blanca y  en las tiras del sujetador. era angustioso hablarte, despues de las primeras veces en las que aún me prestabas atención y yo todavía creía que podía, y atraparme en el ritmo de los desenganches, trocitos de plastico que girabas con demasiada habilidad entre los dedos como si en el tiempo se nos fuera algo, pero claro, la culpa era solo mía, yo que te hablaba de las invenciones, del complejo anónimo al tiempo, con toda esa basura resultaba normal que lo hiciras tan increiblemente rapido, algo se nos huía en cada solape deshecho, algo que no alcanzamos a imaginar y que nos paso por encima y nos barrio a uno a un lado y al otro, ah, solo lo sabes tu a donde te llevo el tiempo, que sucedio contigo o tus ideas o tu pensamiento. no me resultó dificil sospecharlo, si casi siempre el ultimo botoncito se nos atragantaba a los dos, yo que te miraba desde la ventana, hablandote de nuevo de la plaza o dandote las gracias por el recado y lo bien que lo habias hecho, y tu que suspirabas de una manera breve, escondida, agazapada entre los codos y la blusa, escondías tu cara para que no viera como algo volaba en tu cabeza sesgando las formas, tal vez tu idea de traición que de repente pesaba demasiado, tal vez el compromiso o tal vez el mismo miedo que yo a quitarte definitivamente el disfraz y descubrirte desnuda y enamorada. Aida, porque tal vez tu tambien estabas enamorada y por eso no te atrevías a romper el broche definitivo, el de la liberación. solo en eso fuiste tan tonta como yo y ahora mereces que te escupa o me cague en tus muertos o en tu sombra, porque si realmente era eso, si realmente solo era eso y estabas enamorada y tenias miedo debias habermelo dicho, de algun modo debias habermelo hecho saber para que yo me enterara y tampoco tuviera miedo, o al menos fuera un miedo roto y compartido para soportarlo juntos sin el cuento de la plaza y con los disfraces guardados definitivamente en los bahules del altillo. pero si no era eso, si no estabas enamorada y ahora veo solamente eso posible, dime entonces que pudo ser, que sucedió avellana para que en el ultimo instante, cuando parecia que de una vez por todas ibas a desencadenar los pirncipios y los finales a un tiempo, decidieras retroceder y recomponer la forma de la blusa, abrochar los botones y echarte de nuevo a la plaza. naturalmente, cuando hablo de cagarme en tu sombra, hablo tambien de mis sombras. Aida, fuimos tontos, fui tonto hablandote de todo aquello, exasperadome porque entendieras mi cinismo, y tu a un tiempo diciendome que no entendias pero dispuesta a entrar si habia sitio, cediendote a ti misma la oprtunidad que neceistabas por encima de cualquier otra cosa, buscando un orden a las cosas en plena confusión que venía de no saber en que lugar estabamos, una reacción cobarde a los pisos oscuros en los que limpiabas y quince años de matrimonio. pero soy demasiado joven. soy demasiado joven y demasiado tonto y tu no tenias tiempo para tanta tonteria.    

domingo, 8 de marzo de 2009

Texto hallado en la construcción de un refugio

Il scivolo

hablaron como se suele hablar de esas cosas. les resultaba muy dificil mirarse a la cara mientras se iban diciendo todo aquello, aún con la verdad por delante, había que cuidar las palabras, no fuera que cayeran en la confusión, aún con la verdad, aún más grande. hablando, escogiendo cada oración, dándole una vuelta antes, la revisión previa que se va masticando un segundo, nada, muy poco, antes de que salga y pueda llevar la conversación, y con ella el entendimiento y la confianza, por otros lugares de los que era mejor no saber nada nuevo.
pobre poeta enamorado, míralo buscando pedacitos de papel, cantándole a la luna o al amor público, pobre judío enamorado, míralo sopesando las escapatorias, revisando la perspectiva, que sorpresas, que delirios, que vergüenza.
decidió renunciar al igual que iba escogiendo las palabras de su discurso, nada y con tan poco la respuesta, la revelación, no, la revelación tiene que estar mas adentro, mas abajo. se pudo haber hecho daño y si no, se lo hará, dice la señora, dice la vikinga y lo dice la bruja del paine y la cria que sube a Grácia. con Cuidado, andate con cuidado. 
pobre loco enamorado, pobre, loco y enamorado, el judío y el traspiés y a la vuelta de la esquina otra cosa, otro día, como las palabras que se seleccionaban apenas en ese cacho tonto de tiempo que va de no se que parte del cortex, centímetro mas allá o mas acá y el mal funcionamiento de la osuda hueca, a la lengua y a los dientes y a los labios. algo de fuerza, una masa potente, una energía final le hizo falta para levantar la vista, con el giro el convencimiento (se repetía se claro, se coherente). Como hiladas iban saliendo continuas (dentro de un sentido general se permitía dar vueltas sobre el mismo tema negándolo primero, asegurando luego que nunca antes se habia estado tan convencido, todo ello recurriendo a elipsis o a hipérboles o a flash foward y risotadas equivalentes). 
Asegurar así, hablando contínuo y sin haber pensado nada antes, ese instante y no más, mientras se escuchaba aquello de if it be your will, que el amor estaba sobrevalorado, que debia ser muy distinto, que debia, que tenía que ser hacer y no estar, que se hablaba de amor como se hablaba de Montesquiev o Basquiat y otras cosas que estaban contaminadas por el tiempo, que el tiempo, nosotros lo inventamos, le decía el loco judío enamorado, lo contamina todo con su otra dimensión interior, el tiempo de adentro, abajo todavia la revelación, donde el amor se queda corto o pequeño o en sombra detras de las ideas y la moral y las superestructuras y la filosofía y las creencias de lo que debe de ser la vida, aun no vivida, aún no hecha en ese tiempo inventado.
pobre loco enamorado, juntando papelitos rotos, parece que quiere hacer uno mas grande, en los pequeños no le cabe, o tal vez quiera hacer dibujos diminutos y juntarlos todos al fin en un formato mayor, y con el tamaño, la distancia y quizá entienda.
las voces se fueron apagando, la noche se aseguraba su espacio en el patio de luces expandiendose, filtrandose por los vidrios y las cortinas echadas y la musica. if it be your will. la conversación habia jugado con ellos, los habia elevado por la escalera metálica, habia manipulado ella sola las formas de comunicación, sus gestos, sus miradas, las trazas de la tarima, las manos buscando algo con lo que distraerse o algo que reparar o manipular, al cesar lo que es del cesar. if it be your will, peldaño a peldaño, continuaban subiendo con las palabras y la música. mano izquierda y pie derecha, dedicación completa en ese treparse del entendimiento. y en lo alto, la superficie que se pliega y hay que tirarse ahora nena, if it be your will, el tobogán es la salida, un único camino, hacia atrás no se puede, vienen otros. se fueron cayendo, riéndose, notando que no solo ellos resvalaban, que otras cosas quedaban arriba o se iban por los lados y que poco importaba si el tobogán era la respuesta o la salida si habia que tirarse primero para llegar abajo y acabar con los trucos, con la absoluta confusión que venía de las palabras y buscarle poros al cobalto o la pirita o a nosotros mismos. deslizandose notaban como se excitaban y lo que era el final del tubo era el suelo y la arena, estaban seguros, y sus pies estaban al aire, podian contarse los dedos y reirse de esos quiebros simpaticos de falanges que buscan sitio en el tacón o la chancla de playa, las manos a lo suyo, siempre, tan cobardes en los bolsillos a veces y ahora van solas a tentar otro pelo, otro cara, otra cintura, otro cuerpo, otro sexo.
hubo que hacerse el amor, analiza el loco enamorado, pero hubo que quitarle la literatura a todo, a las caricias de aproximación, a la lengua y al cartílago, a la manera de quitarse la ropa, al avance de uno dentro del otro. una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, así, sin poesía.

lunes, 2 de febrero de 2009

El primer loco fué Napoleón


decir eso era igual que decir que el era napoleón. decirlo o no, dicho o no al menos lo pensaba, entonces él estaba igual de loco. habia que demostrarlo, aun no habia dicho nada, yo soy él, yo vivo como él, todavia no habia pronunciado, todavia no habia ni la mas mínima señal, algun cambio de humor repentino, una mala relación y unos dias en cama prefiriendo el coma antes que, alguna tristeza prolongada, pero ni el minimo gesto de lo que admitia, se atrevería a admitirlo?, al menos para adentro. no, que va, no soy el, igual de facil, tan seguro como que tampoco soy napoleón, que va, que va. pero cómo demostrarlo? no soy el, soy otra cosa, ni mucho menos soy napoleón, yo vivo ahora, él iba por otras zonas, en otros tiempos, creo que antes la gente vestía distinto y todo, no los tengo pero me imagino los volúmenes ilustrados, esos diccionarios que ya no se encuentran ni en los rastros, el hombre y el molino de viento, el arado automático que funciona a vapor, la tirolina que sube sola. él debia de hacer otras cosas muy distintas, por ejemplo ahora no estaria perdido y les habria convencido de lo contario, de que el verdadero loco es él, pero lo habria hecho con cierta tiranía, convercerles de que él es el loco pero hacerlo tan bien que de la misma hacerse el simpático y nos reimos y, loco o no, todos al rio tan contentos. que dificil demostrarlo. vamos, es obvio, o no? si no decia que era él ya estaba, todo resuelto, entonces para qué el problema, de vuelta a cama y hasta mañana y los asuntos pendientes, siempre asi, pero habia que demostrarlo para auditorios mas exigentes, no soy él suponia no solo admitir eso evidente por encima de las aximetrias de la cara, de verdad y para muchos él no era él, él no era el otro, habia que hacer una lectura de las cosas personal, si fuera lo mas alejado a su otra manera mejor, mas facil y lo de cama y eso iba a estar chupado,  saber, saber casi tan pesado, tan cerrado y acabado como un muro cappuchino, que su visión era primera y propia y a partir de ahi entraban en juego las coincidencias y las relecturas apasionadas. pero eso era lo mas dificil, poner algo en orden para "saber" si fue lo uno o lo otro, el huevo o la galllina, perdon, si el rio o... es demasiado tarde ya. 

Foto de Aloia ( bruja del Paine)...(bruja de mil brujerias, bla bla bla)